La fonoteca nacional ha
emprendido el reto de capturar el paisaje sonoro de México. Para
lograrlo deberá recolectar los sonidos que distinguen a cada estado de
la República Mexicana.
Cuando
se piensa en un paisaje generalmente se evocan imágenes o escenas como
en una fotografía estática (lo que en cine llaman flashback);
visualmente se disfruta de él, pero se deja de lado el aspecto acústico,
el sonido, la parte sonora del paisaje. La primera definición de
paisaje sonoro la aportó el compositor canadiense R. Murray Schafer bajo
el termino soundscape, y la usó para denominar “el entorno
acústico… el campo total de los sonidos donde quiera que estemos. Es una
palabra que se deriva del paisaje aunque a diferencia de esta no se
limita estrictamente a los exteriores“.
América
Latina tiene una enorme riqueza de sonidos ambientales, animales,
marinos, vegetales; ritmos, lenguas y música que, en conjunto y
reciprocidad, conforman los elementos de un gran paisaje sonoro. México,
en particular, es fundamentalmente sonoro (para muchos turistas,
ruidoso). Basta pensar en lo que nos identifica, auditivamente hablando,
en otros países: el sonido del mariachi, la jarana, los gritos
característicos de ¡Viva México!, el zapateado, la campana del camión de
la basura o el grito del gasero, entre muchos ejemplos.
De
manera que, como la arquitectura y la comida típica, el sonido es un
elemento que conforma el paisaje de una región y la diferencia de otra;
es parte de su identidad.
Desde la
década de los 80, la Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) reconoce al sonido como una
patrimonio intangible de los países, que da identidad a los pueblos por
reflejar sus aspectos sociales, culturales, políticos y hasta
económicos. En México, la Fonoteca Nacional, inaugurada en diciembre de
2008, se ha entregado a la realización de un proyecto llamado Paisaje Sonoro México, con un objetivo ambicioso: encontrar los soundmarks
de la República Mexicana y concluir en 2010 un mapa de ellos. Este
término, de acuerdo con Kendall Wrightson, abarca lo sonidos más
significativos, tónicas, señales o marcas sonoras.
Soundmarks México.
Chiapas:
La Selva Lacandona, Monos aulladores o saraguatos, Lenguas tzotziles en
una choza, una chamán que hace una curación en maya, las cascadas de
Agua Azul.
San Luis Potosí:
El sótano de las Golondrinas, Mercado de Xilitla, Huapango de la
región, Desierto de Real Catorce, Rechinido del tren en la estación
Wadley.
Michoacán:
Habla purépecha, Forjadores de cobre de Santa Clara, Amanecer en
comunidades rurales, Repicar de las campanas en Morelia, Navegación en
el Lago de Pátzcuaro.
Veracruz:
El mar y los barcos en el puerto, El son jarocho, Noches de tablado en
Tlacotalpan, Marimbas en el Puerto, El habla de los pobladores de
Alvarado.
Distrito Federal: El metro y los vendedores, Camoteros, Organilleros, Jóvenes en la calle, Tráfico y cláxones en la ciudad.
El
paisaje sonoro de un lugar se reconstruye a partir de grabaciones de
campo y registros pormenorizados de su comportamiento acústico. El
pionero en esta materia es Murray Schafer, al realizar “World Soundscape
Project” en la decada de los 70.
Cuando
este listo el mapa sonoro de todos los estados estará disponible en la
página www.fonotecanacional.gob.mx. Además, los usuarios podrán
enriquecerlo con las grabaciones que tengan.
Por: Lariza Montero – Quo Julio 09.
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