En realidad, estas criaturas son arácnidos artrópodos (de la clase de las arañas), poseen ocho patas, cada una de estas equipada con entre cuatro y ocho pequeñas garras, y alcanzan un tamaño de entre 0.05 a 1.25 milímetros. Tienen su hábitat entre los musgos y líquenes, pudiendo ser muy pigmentados, con colores que van del marrón rojizo al verde olivo.
Estos animales poseen una anatomía bastante completa, están recubiertos de quitina y carecen de un sistema circulatorio o un aparato respiratorio, por lo que el intercambio de gases se lleva a cabo de forma aleatoria en cualquier parte del cuerpo. Casi toda la especie se alimenta extrayendo el contenido celular de bacterias y algas.
Se encuentran por todo el mundo, desde el fondo oceánico hasta en los altos Himalayas. De las más de 600 especies conocidas, unas 300 fueron descubiertas en el Ártico y la Antártida, también fueron catalogadas 115 especies en Groenlandia.
El 14 de septiembre de 2007, la Agencia Espacial Europea llevó a cabo un estudio utilizando tardígrados, los colocaron en una cápsula espacial, la Foton-M3, y los enviaron al espacio. El resultado fue sorprendente, estos animales no sólo fueron capaces de sobrevivir a los rayos cósmicos, la radiación ultravioleta y a la falta de oxígeno, sino que incluso fueron capaces de reproducirse en este ambiente tan inhóspito. Para darse una idea, en el espacio, los rayos ultravioleta son aproximadamente mil veces más intensos que los que encontramos en la Tierra. Sigue siendo un misterio, carente de cualquier hipótesis, por qué estos animales sobrevivieron durante tanto tiempo sin oxígeno mientras eran bombardeados por altas dosis de radiación cósmica.
La longevidad es una de sus características más destacables, pudiendo llegar a vivir hasta 120 años, un récord si tomamos en cuenta el tamaño tan diminuto del animal. Como si no fuera suficiente, poseen un fantástico poder de curación, los tardígrados simplemente “apagan” su metabolismo cuando predominan condiciones adversas como una sequía extrema, pudiendo pasar cientos de años en este estado de hibernación. También poseen una increíble capacidad para reparar su ADN de los daños causados por la radiación. ¿No es suficiente?
Bueno, son capaces de soportar presiones por arriba de las 75 mil atmosferas, eso es equivalente a decenas de veces la presión que soportan los animales marinos en las profundidades del océano, en las zonas abisales. También son capaces de soportar inmersiones en temperaturas de 200 ºC durante algunos minutos (dos veces más caliente que el agua hirviendo). Los solventes como el alcohol etílico al 96% o el éter no le hacen ni cosquillas.
Si un ser humano fuera sometido a 100 Gy de radiación, irremediablemente terminaría muerto debido a un fallo generalizado del sistema nervioso central, desencadenando la perdida de la coordinación motora, trastornos respiratorios, convulsiones, coma y finalmente la muerte que llegaría entre las 24 y 48 horas próximas a la exposición. Los “inmortales” tardígrados soportan nada más y nada menos que 5,700 Gy de la radiación. ¿Puedes creerlo?
Todo aquel que pasó por la escuela secundaria sabe, sin duda, lo que es el cero absoluto. Es la temperatura a la que no existe el movimiento de moléculas. Y es una temperatura teórica, ya que es extremadamente baja, -273.15 ° C, equivalente al cero en la escala Kelvin, y aunque los científicos no han alcanzado este valor, se han aproximado mucho.
Los tardígrados también son especiales para estos asuntos. Algunas investigaciones con tardígrados los han sometido a temperaturas muy cercanas al cero absoluto, cerca de los -271 º C. Los científicos ya ni siquiera mostraron sorpresa cuando “revivieron” a los animales simplemente colocándolos en agua y descongelándolos. Uno esperaría que ningun animal sobreviviera después de haber sido sometido a estas temperaturas, pero los tardígrados han demostrado que son completamente diferentes a todos los tipos de vida conocida en este planeta.
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