Francisco I. Madero creyó que los males nacionales serían remediados como simple consecuencia del triunfo de la democracia. Durante su gobierno pretendió fortalecer las instituciones y redimir las libertades públicas, pero no logró satisfacer las expectativas del cambio social.
En su afán conciliador conservó antiguos porfiristas en su gabinete, soportó el ataque de la prensa, toleró la presión del embajador estadounidense Henry Lane Wilson que sentía por él nada menos que desprecio, y se negó a hacer uso de su legítimo poder para sofocar y castigar los levantamientos armados que terminaron fatalmente con el cuartelazo de la ciudadela en febrero de 1913.
LO FEO: ¿Ingenuidad o soberbia?.Francisco I. Madero dio la espalda a quienes pudieron facilitar la transición al gobierno democrático y desestimó el consejo de sus colaboradores. Se creyó elegido por la Providencia y pensaba que su causa debía triunfar porque representaba el bien. Durante la Decena Trágica, desoyó la advertencia de traición de boca de su propio hermano Gustavo, quien murió torturado por los golpistas.
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