lunes, 2 de marzo de 2015

Fotografías inspiradoras de niños jugando por el mundo

Rostros manchados y pintarrajeados, ropas socias, tierra por debajo de las uñas… esa es la clásica imagen de un niño que pasó la tarde entera en un parque, trepado en los árboles, jugando en el lodo, corriendo en el pasto o jugando al fútbol y, tristemente, es una imagen cada vez más escasa.

Y aunque encuestas recientes indican que a las madres les gustaría ver a sus hijos jugando en espacios libres, la verdad es que la inseguridad, la falta de tiempo y sobre todo el uso desmedido de las nuevas tecnologías hacen que ese deseo sea muy difícil de concretarse en una realidad.

La desconexión de los niños con su medio y con la naturaleza, incluso ha llevado a crear eventos que promueven los beneficios de jugar al aire libre. Un estudio reciente llevado a cabo en los Estados Unidos reveló que más del 50% de los niños en una edad prescolar nunca han jugado al aire libre con sus padres; ni siquiera han salido a caminar, pisar la arena o un poco de lodo descalzos es algo impensable.

Resulta un tanto decepcionante ver a los padres sin tiempo ni voluntad (lo que es peor) de jugar con sus pequeños al aire libre. Muchas madres incluso castigan a sus pequeños cuando estos ensucian su ropa. ¡Enorme estupidez! La curiosidad innata, esa con que venidos de fábrica, está siendo limitada por esa falta de contacto con la madre naturaleza.

El contacto y las actividades en la naturaleza favorecen la coordinación motriz de los pequeños y el desarrollo de su sistema musculo-esquelético. Cuando los pequeños juegan al aire libre queman un montón de calorías y descargan toda la energía, dado que se mantienen en un estado de actividad constante, se sienten mejor y asimilan los alimentos con mucha mayor facilidad. Es más, el cansancio derivado de sus juegos resulta en un mejor y más placentero descanso durante la noche. ¡Quien no lo recuerda!, caíamos rendidos.

Cuando éramos mocosos y pasábamos todo el día corriendo y brincando en el patio nunca escuchamos hablar del trastorno por déficit de atención o de la hiperactividad. El aumento de este tipo de padecimientos en el desarrollo de los niños pareciera ser una consecuencia directa de esta ausencia de la naturaleza en la vida de los pequeños.

Cuando un niño juega, al igual que lo hace un cachorro en la naturaleza salvaje, desarrolla su fuerza, el movimiento corporal, la flexibilidad, elasticidad, el trabajo en equipo y un gran etc. Esto, exceptuando que los juegos, por sí mismos, le permiten explorar el medio que lo rodea, experimentar y conocer objetos, aprender a luchar, socializar, competir, crear, tomar decisiones, solucionar problemas y tolerar la frustración cuando las cosas salen mal.

También le enseña al niño el sentido de la autonomía, y cuando toda la familia participa, los padres inculcan en los pequeños conceptos básicos sobre dimensiones espaciales, cantidades y, especialmente, nuevas palabras. Estar en un espacio al aire libre favorece mejor el desarrollo de los sentidos: los niños aprenden a reconocer diversos sonidos, texturas y colores. Además, estimulan su creatividad organizando e inventando sus propios juegos.

Y aunque parezca absurdo, jugar en el barro y comer tierra podría ser una forma de ejercitar la inteligencia. Un estudio de 2007 llevado a cabo por personal de la Universidad de Troy, en Nueva York, sugirió que la bacteria Mycobacterium vaccae –común en el barro de nuestras casas– pude, además de regular la ansiedad, ayudar a incrementar la inteligencia y las habilidades de aprendizaje.

Es por eso que no importa el lugar o el contexto cultural, mucho menos la situación económica, los niños siempre pueden encontrar formas creativas para sus momentos de diversión afuera, es suficiente con que los padres los apoyen. Y estos momentos de alegría, muchas veces, son capturados por los lentes de fotógrafos talentosos, como podemos apreciar en la colección de imágenes que ilustra a esta publicación.

Indonesia/>

/> Créditos imagen: Ipoenk Graphic



/> Créditos imagen: Agoes Antara



/> Créditos imagen: I Gede Lila Kantiana



/> Créditos imagen: Gede Lila Kantiana

Rusia/>

Créditos imagen: Светлана Квашина



/> Créditos imagen: Elena Shumilova

Burkina Faso/>

/> Créditos imagen: Òscar Tardío

Myanmar/>

/> Créditos imagen: Chan Kwok Hung

Tayikistán/>

/> Créditos imagen: Damon Lynch

India/>

Créditos imagen: Sandee Pachetan



/> Créditos imagen: Sudharsan Ravikumar



/> Créditos imagen: Mukund Images

Vietnam/>

/> Créditos imagen: HT KëñShï

Ghana/>

/> Créditos imagen: Terry White

Estonia/>

Créditos imagen: Elika Hunt

Tailandia/>

/> Créditos imagen: Sarawut Intarob



/> Créditos imagen: Sarawut Intarob



/> Créditos imagen: Sarawut Intarob

África del Sur/>

/> Créditos imagen: Muhammed Muheisen

Brasil/>

Créditos imagen: Omo

Perú/>

/> Créditos imagen: Enrique Castro-Mendivil

Etiopía/>

/> Créditos imagen: Csilla Zelko

Italia/>

/> Créditos imagen: Michael Potyomin

Israel/>

/> Créditos imagen: Dima Vazinovich

Estados Unidos/>

Créditos imagen: Jake Olson

Más de Indonesia/>

/> Créditos imagen: Rio Rinaldi Rachmatullah



/> Créditos imagen: James Khoo



/> Créditos imagen: Hendrik Priyanto



/> Créditos imagen: Mio Cade

Uganda/>

Créditos imagen: John Van Den Hende

Rumanía/>

/> Créditos imagen: Elena Simona Craciun

Rusia/>

/> Créditos imagen: Elena Shumilova

Más de Brasil/>

/> Créditos imagen: Helio Mota



/> Créditos imagen: Rodolfo Carneiro

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