domingo, 26 de noviembre de 2017

Las tetas de la Barrientos


Fotos: Agencia Uno


Si hace click acá:


www.liceomariaauxiliadora.cl


Se abre la página del colegio de niñas más tradicional de Punta Arenas. En el, aparece María y un pequeño y rubio Jesús, las fotos en blanco y negro de alumnas antiquísimas y, en una tipografía que imita una escritura antigua, estas dos frases:


“Buenas cristianas y honestas ciudadanas” y “Descubro mi vocación como proyecto de Dios”.


Se sabe: los caminos de Dios son misteriosos. Los proyectos también. De seguro las monjas nunca imaginaron que su alumna, Cristina García, se convertiría en Miss Playboy. Y tal vez (quién sabe) nunca pensaron que Adriana Margot Barrientos Castro, esa alumna palidísima y de pelo negro que alguna vez repitió segundo medio, descubriría su vocación como “proyecto de Dios” -tal cual decía la frase de su colegio- en pasar de sostén 34 B a la talla 34 D, donde 34 indica una espalda pequeña y, D, 550 cc de silicona en cada una de sus tetas bronceadas.



Como una puerta


Si las monjas del colegio de Adriana no se lo imaginaron, Yasna Vukasovic, la ex miss Mundo Chile de ojos achinaditos, tampoco. Adriana nunca fue a la academia de modelaje que Yasna tiene en Punta Arenas pero trabajó con ella en desfiles.


“No tenía nada de busto. Ella era una niña súper espigada. Realmente con un cuerpo de modelo de alta costura”, se acuerda.


Belén, su compañera en el María Auxiliadora, piensa parecido: “Era plana como una puerta”.


La primera vez que vio a Adriana en televisión, a Belén le pasó algo como lo que sucede en los sueños: reconocer a la persona y no reconocerla. Saber que es ella aunque parezca otra. Otros pómulos, otros dientes, otras tetas.


Pero el mismo espíritu. Belén se acuerda: “Todas las niñas eran de una línea y ella era la que andaba con una minifalda arriba de un parlante tomándose una chela”. Y se acuerda: “Siempre modeló con todos los rellenos del mundo. Porque a ella siempre le gustaba que la vieran”.



Y Adriana se veía.


Rodrigo Fredes era su vecino cuando ella terminaba cuarto medio y ya no tenía el pelo negro. “Más que por sus pechugas se notaba por su pelo: rubio, rubio”. Pero hay que salir de Punta Arenas. Hay que avanzar en el tiempo y llegar a Santiago. Avanzar justo hasta un año después de su salida de la Escuela Militar -estuvo un año y se fue por una lesión-, avanzar justo hasta el 2004, cuando se hizo su primera operación y se puso 325 cc de silicona en cada teta.


Virgen


La operación dura una hora y media. Se llega en ayuna. Se coloca anestesia general. La silicona puede meterse por el surco -esto es, el pliegue bajo la teta- o el pezón. Adriana escoge el pezón para que no le quede la cicatriz.


Llevar a cabo una vocación no siempre es fácil. Puede doler. Duele peinarse y manejar. Duele, al menos, por diez días y la fornicación queda prohibida por un mes y medio. Sobre el dolor, Adriana dice: “No me pasó nada. A los tres días andaba comprando sostenes”, explica a The Clinic Online.


Sobre la prohibición, cuenta: “Pero sí yo soy virgen”.



Llevar a cabo una vocación puede ser complicado. Se puede abrir la herida, pueden salir estrías, puede doler la espalda, se pueden caer las tetas.


Pero las de Adriana siguen incólumes: “Eran pechugas muy paradas. Eran pechugas muy artificiales. Se veían como dos melones. Y a ella le encantaba, le encantaba, le encantaba mostrarlas. No me acuerdo si tenía pezones grandes o chicos. Parece que chicos.”, recuerda Claudia Camus, ex chica del reality Granjeras de Canal 13, que tuvo cerca por todo el verano de 2005 a las nuevas tetas de Adriana cuando estaban juntas en el Team Cristal y viajaban por Antofagasta, por Arica, por Viña del Mar, por Concepción, por un etcétera de ciudades en las que desfilaban en bikini.


En ese verano, Adriana conoce una nueva cara de su vocación. La de evangelista de las tetas.


Vuelve a hablar Claudia: “Tenía una amiga. La Anita. Le decía: “Anita ponte crema. Anita tú tienes que sacarte más partido”. La Anita era media plana. O sea no plana pero se dejaba las pechugas así no más y la Adriana le empezó a meter push up y cosas. “Que te queden así”, le decía. Sus pechugas eran el referente. La Adriana se gozaba sus pechugas. Entonces en todos los desfiles se encremaban enteras con aceite por todo el cuerpo, sobre todo en la parte de las pechugas. Obviamente cuando salía la Adriana era una de las más aplaudidas. Aparte del efecto luminoso que tenían sus tetas a ella le encantaba salir, ponerse de espaldas, sacarse la chaqueta y hacer buum, al ataque con sus tetas”.


El ataque es así: “Todos le cantaban: “Y salta y salta y salta salta salta” y ella levantaba la mano y saltaba con sus pechugas y cantaba con la mano arriba. ¿Te la imaginai?”, concluye Claudia.


Los recuerdos de Chadud


Nabih Chadud, ex jovencito reality, ex de Romina Bernales, ex de Eileen Aguilar, ex de Pía Ciccero, ex de Gloria Cortés, ex de Angie Alvarado, ex de Kenita Larraín, no tuvo que imaginarse nada porque pudo ver lo suficiente.


Hace cuatro años estuvo con Adriana en algo a medio camino entre el ponceo y el amor. Sin sufrimiento. Sin corazón roto. Sólo con el recuerdo del tacto sobre 330 cc.


-¿Qué se sentía tocar las tetas de Adriana?


Jaja. No voy a entrar en ese tipo de intimidades. Si fue un affaire así de juventud, de besitos y salidas.


-Ya po. No te creo nada.


-Yo te puedo hablar de otras pechugas.


-No. Me interesan las de Adriana.


-Ah, te interesan las de la Adriana.


-Sólo las de la Adriana.


-Como todas las pechugsa con una pequeña operación. Algo medio pulposo. Es suave por fuera, pero tiene una consistencia más dura por dentro.


AUDIO DE LA ENTREVISTA



Nota de la redacción: Producto de la polémica respecto al artículo, se agregó a esta nota el diálogo original y el audio donde se escucha la respuesta del entrevistado.


El ponceo-amor dura un par de semanas. Nabih no puede tocar los 550 cc que Adriana se pone el 2008. Apenas puede darle abracitos de amistad, de cuando en cuando. Pero con eso le basta: “Uhhh. Se sienten bien”, comenta.


Y filosofa sobre el tamaño de las tetas: “Pechuga que mano no cubre, más que pechuga es una ubre”.


Poco antes de operarse de nuevo, Adriana ve por la tele a pechugas inabarcables para una mano: “Me gustaba ver a las niñas de la Mansión Playboy. Ésa de Hugh Hefner y las conejitas. Me gustaba Holly. La encontraba guapísima”, cuenta.



Como Holly


Con Holly Madison en la cabeza, vuelve a entrar al pabellón. Esta vez, el 22 de mayo de 2008 en la Clínica Los Domínicos. La operación está a cargo de los doctores Eduardo Saa y Carlos Pizarro. En cada teta le ponen 550 cc de silicona marca Nagor que hacen que las suyas también se vuelvan inabarcables.


Las cosas cambian: tiene que botar más de 100 sostenes y empieza a comprarse sólo en Victoria Secret -Estados Unidos- porque en Chile no hay de los que necesita. Porque Chile le queda chico. Pero lo esencial no cambia. No pierde la sensibilidad en los pezones.


“Tengo la misma sensibilidad que antes de ponerme silicona. Y bueno, no hay hombre que no quiera agarrar mis pechugas”, dice.


Como toda vocación, la de las tetas exige renuncias:


Está Tonka en el estudio en sus tiempos de Buenos Días a Todos. Está Adriana en el Mall Sport en un despacho en directo. Está Tonka convenciendo a Adriana de que se tire en una tabla por una ola artificial. Está Adriana, ocho meses después de la operación, disculpándose:


“Estoy super asustada por el cuento de mis pechuguitas entonces, la verdad, no sé si me voy a poder tirar. Me recomendó el médico de allá de la Clínica de Los Dominicos que no lo hiciera”, se disculpó.


Las renuncias le sirven para alcanzar un bien superior.


El bien de sentirse bien: “Estoy feliz, me siento la mujer más bella del mundo”, “Me veo súper proporcionada, no me veo vulgar ni ordinaria”, “Ahora tengo las pechugas más buscadas de Chile”, “Uf. Es que lo hombres han enloquecido” y “Tengo miles de hombres persiguiéndome” fue parte de lo que dijo justo después de la operación.


El bien de ser la sacerdotisa de las tetas:


Diciembre, año 2008, es la encargada de sacar el número ganador de Silicon Party. Como niña símbolo, es la encargada de sortear los números de una gran rifa de silicona en la que la ganadora se lleva una operación y un curso de inglés.


El bien de la buena inversión:


Cuando era plana tenía un Suzuki Vitara. Ahora tiene un Porsche. Cuando era plana no ganaba más de 50.000 pesos por desfile. Ahora no baja de los 800.000. Y por ejemplo, el año pasado cobró 15 millones de pesos por estar una temporada en Fiebre de Baile de CHV.


Para Juan Pablo Queraltó, panelista de SQP, las tetas de Adriana son parte de un todo: “Tiene grandes pechugas, ropa carísima, lentes Luis Vuitton, el porsche con el techo abierto. Todo bien enzorrado. Todo bien de celebridad”.



Pero tanta teta también le trae un mal:


“Me gustaban más las tetas anteriores de Adriana Barrientos”, se llama un grupo en Facebook; “A mi me gustaba la Adriana Barrientos natural (sin silicona y menos weona)”, se llama otro.


Un mal pequeño: uno de los grupos tiene 95 miembros. El otro, 94.


Y 13 letras tienen las dos palabras que le escribe una maquilladora de CHV el 24 de febrero en el Festival de Viña del Mar.


FUERZA, dice su teta derecha. MAPUCHE, su teta izquierda.


Lo mismo que sale escrito en la espalda de René Joglar, Residente de Calle 13. “Aunque no tengo contacto con el movimiento, me siento cercana porque además soy madrina del Colo Colo”, dijo Adriana cuando le preguntaron.


“Hay que aprovechar los minutos de pantalla”, dice ahora.


“Ella fue muy diestra en detectar un recurso que -pensó- que iba a generar una fuerte opinión pública y, de hecho, fue portada”, dice Nabih.


-¿Pero ella sabe de la causa mapuche?


-La verdad lo desconozco. Yo sé que es de Punta Arenas.

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