Magaly Sarmiento es una educadora de párvulos de 54 años que vive en Constitución. Su currículum habla por sí solo: tres postítulos, premio de excelencia pedagógica, miembro de la red “Maestros de Maestros” y becada por 2 años en Colombia donde obtuvo una maestría.
En 2010 Sarmiento volvió a Chile a retomar su trabajo en el Colegio Eduardo Martín Abejón y partió al Ministerio de Educación para hacer efectivo el derecho que le asiste de obtener un notebook para ayudar al mejoramiento de su desempeño profesional y académico, ley vigente desde 2002.
Pero su entusiasmo poco a poco se convirtió en una decepción. En cada puerta que tocó en el edificio de la Alameda le dijeron que este beneficio no le correspondía. Explicaciones variadas hubo siempre. “Nunca me inflaron, estaban completamente desinteresados”, dice en entrevista con The Clinic Online. Era septiembre de 2010.
La profesional no aceptó un no como respuesta y presentó un reclamo en la Contraloría. El organismo fiscalizador le pidió explicaciones a la cartera de Joaquín Lavín. La respuesta fue clara y categórica: no había plata presupuestada para ello.
La entidad dirigida por Ramiro Mendoza, sin embargo, opinó lo contrario a través de un dictamen del 10 de junio, criticando el actuar de la secretaría de Estado y obligándola a oficiar a la Dirección de Presupuestos para entregarle el notebook a Sarmiento.
En junio de 2010, a pocos meses de asumido el cargo, Lavín reconoció públicamente el mérito de los profesores que acceden a la excelencia pedagógica, discurso que ha mantenido desde entonces. En la oportunidad el ex abanderado presidencial dijo: “Estos son los mejores profesores de nuestro sistema educacional, tanto de los colegios particulares subvencionados como de los que dependen de los municipios”.
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