domingo, 8 de marzo de 2015

Facebook manipuló la información de 700 mil usuarios para alterar sus emociones

Desde hace algún tiempo, varios estudios científicos y voces críticas ponen en tela de juicio la relación entre Facebook y las emociones humanas. Particularmente, casi desde el origen de esta red social, se sospecha que el uso continuo del sitio es capaz de provocar ansiedad, estrés, angustia, frustración y en general sentimientos muy negativos y contrarios al bienestar de un ser humano.

De forma general, Facebook dio cabida a un singular fenómeno de la psique humana: mostrar la propia vida mejor de lo que realmente es, maquillándola aquí y allá, mintiendo con sutileza, corrigiendo. En el mundo del Facebook, todos parecen ser unos triunfadores, son felices de tener vidas satisfactorias y plenas todo el tiempo, lo que podría convertirse en una especie de presión condicionante para quien piensa que todas esas vidas que ve en el monitor son mejores que la suya. De ahí nace la pérdida de la autoestima, la tristeza, la angustia de tener al alcance una vida perfecta y, sin embargo, ser incapaz de llevarla a la realidad.

Lo que resulta aún más frustrante de este asunto es que, de la misma forma que las personas acostumbrar a obstaculizar argumentos contrarios a su forma de pensar, también intentan evadir la información que denuncia que la vida que pretenden mostrar en Facebook en realidad no es así. El mejor ejemplo se pudo observar tras bambalinas la semana pasada, con la publicación del artículo ¿Cómo está tu “vida” en Facebook?. Esta publicación fue una de las más populares del día viernes, con una cantidad de visitas que dobló al promedio, de las cuales el 70% abandonó la lectura antes de siquiera pasar tres minutos en el sitio. Si sumamos a estos los escasos 26 Me gusta que recibió, se puede deducir con toda claridad que la lectura resultó un tanto incomoda, y que la mayoría prefirieron seguir con sus mentiras a tener que cambiar de opinión. De hecho, el video mismo de la publicación tiene una cantidad que supera los 6 millones y medio de visitas, sin embargo, han habido escasos 2 mil comentarios y el video ha tenido rachas casi insignificantes de compartidos.

¿Y todo esto surgió de la nada? La realidad es que no. Aunque la siguiente afirmación raye en el delirio paranoico, la verdad es que incluso (o sobre todo) eso que creemos más nuestro, más personal, más íntimo, también es susceptible de ser convertido en mercadería de los grandes poderes que dirigen al mundo, materia prima para generar dividendos, conocimiento (al más puro estilo de la ciencia ficción) que el PODER necesita para no morir nunca.

Prueba de esto es un experimento que Facebook llevó a cabo hace algunos años para manipular abiertamente la conducta de sus usuarios y después beneficiarse de los resultados observados.

Durante 7 días del año 2012, en colaboración con académicos de las Universidades de Cornell y California, el personal de Facebook alteró las “Últimas Noticias” de 689 mil personas para saber lo que sucedía cuando un usuario recibía menos estímulos positivos o menos estímulos negativos. Es decir, manipuló la visualización de las publicaciones, comentarios, videos e imágenes en función de dos variables: las que tenían contenido emocional positivo y las de contenido emocional negativo. Su propósito era investigar el “contagio” de las emociones a través de la red social.

Según los resultados obtenidos, cuando la página principal era un poco más deprimente que lo normal, el usuario también tendía a publicar contenido emocionalmente negativo; en caso contrario, cuando la página principal era más feliz, el usuario también buscaba participar de ese impulso de ánimo colectivo.

Lo preocupante de este ejercicios es, por un lado, que las respuestas fueron manipuladas tan sólo con algunos ajustes en el algoritmo de la red social –lo que pone en tela de duda nuestra autonomía, incluso tratándose de entidades inertes–, y, por otro, la capacidad de Facebook para ejecutar una manipulación de semejante magnitud sin que nada ni nadie pudiera siquiera hacerle una advertencia: ni el gobierno, ni sus usuarios –porqué dieron su consentimiento en las políticas de privacidad–, ni los organismos de regulan la red. Nada ni nadie, como si de hecho, la tiranía de los algoritmos estuviera a punto de sustituir a las grandes corporaciones. Los universos que imaginaba Asimov están más próximos a la realidad de lo que parece.

style="text-align: right;">The Guardian

0 comentarios:

Publicar un comentario