Una lista de extrañas invenciones canibalescas releva tratamientos fabricados a partir de órganos, pomadas a base de grasa humana y porciones de tierra extraída directamente de lugar donde había estado un cuerpo embalsamado.
Pese a que no era nada atrayente, muchos médicos ejercieron este tipo de medicina a lo largo de los siglos, argumentando el tratamiento de una serie de enfermedades y promoviendo la buena salud. Esta práctica se utilizó entre los siglos XII y XVII para curar desde simples dolores de cabeza hasta ulceras gástricas.
Uno de los tratamientos tenía que ver con una antigua y extraña receta china, que apareció en un tratado naturalista obra de Li Shih-chen, publicado en el año de 1597. Este tratamiento requería el uso de un voluntario del sexo masculino de entre 70 y 80 años, que era alimentado exclusivamente con miel hasta su muerte, que tenía lugar aproximadamente después de un mes. Entonces, lo enterraban en un ataúd lleno de miel y era “añejado” durante 100 años. Cuando la tumba se volvía a abrir, la composición restante era empleada para tratar extremidades rotas y lesiones.
Otro remedio de la medicina con cadáveres humanos eran las Gotas del rey, que se hicieron populares gracias a la promoción real de Carlos II de Inglaterra. Carlos se hizo un fanático de la química durante su exilio en Francia y compró los derechos sobre un remedio de Jonathan Goddard, un prestigiado cirujano y profesor del Gresham College de Londres, por £ 6,000. Este remedio venía en gotas y se hacía con esencia de cráneo humano en polvo, con el fin de mejorar la salud y el vigor.
Carlos II de Inglaterra
Louise Noble, una profesora de inglés de la Universidad de New England, en Australia, investigó este remedio para su libro “Medicinal Cannibalism in Early Modern English Literature and Culture”, de 2011. Ella señala: “El remedio surgió a partir de ideas homeopáticas. ‘Semejantes siendo curados por semejantes’. Por eso comían polvo de cráneo para el dolor de cabeza”, explica.
Aún más perturbador era el hígado y la sangre de los gladiadores – un medicamento de Roma antigua contra los ataques de epilepsia. Los ingredientes principales se recolectaban inmediatamente después de los ataques fatales en el anfiteatro. Se dice que las personas enfermas podían controlarse bebiendo directamente la sangre del brazo de un gladiador caído.
Pero la cosa se pone peor: en el siglo XVII, los cerebros destilados también se usaban como una cura para la epilepsia. El médico inglés John French y el químico alemán Johann Schroeder recetaron ambos medicamentos para la cura del cerebro.
French recomendaba moler el cerebro de un joven muerto violentamente hasta convertirlo en una especie de papilla. En seguida, se debía remojar en vino y estiércol de caballo durante seis meses antes de su destilación. Schroeder tenía un remedio cerebral más floral, pues señalaba la infusión de tres kilogramos de masa encefálica con agua de lirio y lavanda.
Ese mismo siglo, el médico inglés George Thomson creía que ninguna parte del cuerpo humano debía desecharse, incluidos los excrementos. Según este hombre, el sudor de un hombre muerto curaba las hemorroides, pero si no era posible captar su transpiración, siempre se podía frotar la mano del cadáver sobre el área afectada. De la misma forma, el toque de la mano de un hombre que había muerto en la horca era considerado por muchos como un remedio para los quistes y las verrugas. Y estos relatos se extienden hasta el siglo XIX.
La grasa humana, muchas veces mezclada con grasa animal, sangre, medula y cerveza, fue utilizada por los médicos a lo largo de los siglos como una cura para los dolores en las articulaciones y los huesos, dolores musculares y daños en los nervios. En algunas partes de Europa, los criminales ejecutados y combatientes caídos eran llevados a laboratorios de procesamiento, donde sus cuerpos eran cocinados y su grasa procesada.
Sin embargo, no todos los tratamientos se quedaron en el pasado. Además de las tradicionales prácticas curativas al interior de tribus alejadas de la civilización, se han registrado casos parecidos a los antes mencionados en la sociedad civilizada. Hace un par de años, empleados de una aduana en Corea del Sur decomisaron miles de píldoras llenas de carne humana en polvo. Estas capsulas son solicitadas en aquel país pues se consideran un medicamento que lo puede curar todo. El mercado negro se abastece en China. Se supone que eran de bebés abortados o que habían nacido muertos.
Daylimail
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